martes, 11 de febrero de 2014

Jóvenes Mexicanos en las filas de ejército israelí

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Qué tienen en común un soldado de combate, un contacto con la prensa internacional, un enfermero y una experta en vigilancia por pantalla? Pues en el caso de Dan Laureano, Galia Goldchain, Isac Nissani y Pamela Peretz, que los cuatro son soldados en las Fuerzas de Defensa de Israel… y que son mexicanos. Llevan con orgullo ambas condiciones: el haberse radicado en Israel y estar hoy sirviendo en su ejército, como corresponde que haga todo ciudadano, pero también el llevar siempre a su país natal, México, en el corazón, como parte, para siempre, de su identidad.

Estos jóvenes sirven en distintas bases en diversos puntos del país, y el punto de encuentro con un Diario de circulación nacional aunque ubicado cerca del Estado Mayor del Ejército, nada tiene de militar: un hermoso parque que irradia calma y paisaje pastoral, que hasta choca un poco con el movimiento muy urbano de la ciudad en la que nos damos cita, en Tel Aviv.

Cada uno recibe permiso de su comandante para ausentarse por unas horas a fin de reunirse con un diario mexicano a contar sus experiencias. Para que se concrete al fin la cita colectiva, tras no pocos intentos, Pamela Peretz (21), oriunda de Pacheco, Hidalgo, tiene que asegurarse de que no le toque ningún turno de cuatro horas en el lapso programado para el viaje a la entrevista.

Es que tiene bien claro que cuando está allí instalada frente a la pantalla de vigilancia no puede ni darse vuelta un segundo y debe mantener la vista fija en lo que está ocurriendo afuera, en el terreno, en una de las fronteras de Israel. Una distracción, aunque no sea más que momentánea, puede ser fatal, ya que “justo en el instante que me volteo, si pasa un terrorista y yo no lo vi, puede llegar a una casa y matar una familia entera”, explica.

Cuatro horas mirando una pantalla 

“Es muy difícil pensar que en algún momento puede llegar una persona, cruzar la frontera e ir con el fin de matar a alguien”, dice Pamela. Y al preguntarle si no es difícil soportar cuatro horas mirando la pantalla sin cesar, no duda al responder:

“Yo no podría vivir pensando que por mi distracción alguien puede morir, así que con eso te concentras más y pones más fuerzas para seguir ahí”.

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