domingo, 16 de mayo de 2010

La ira del sol

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Mientras la alarma ante esa posible 'Tormenta Solar Perfecta' se expande, aquí todo el mundo actúa como si no pasara nada.





Por una de esas paradojas de la vida y entre una nube de ceniza islandesa, la erupción del volcán Eyjafjalla me trajo un suelto de ABC que me ha reconciliado con el apocalipsis. El texto se publicó el 22 de febrero en la sección de Ciencia de este diario y aborda un tema que parece surgido de las célebres profecías mayas que emplazan el fin del mundo para el 2012. Con una particularidad: quienes hacen ahora estos vaticinios son los astrónomos de la NASA.

Lo llaman la 'Tormenta Solar Perfecta'. Según sus cálculos ésta se generará precisamente en 2012, como consecuencia de un ciclo de actividad solar que producirá una descomunal eyección de plasma. Al impactar contra nuestro planeta podría provocar una catástrofe de magnitudes igualmente planetarias.

En cuestión de minutos la red eléctrica global sufriría una implosión irreversible. Se cortarían todas las telecomunicaciones, los trenes, las conducciones de agua potable y de gas natural. Y así sucesivamente, hasta el desplome total del sistema. Las grandes ciudades quedarían sumidas en el caos y enseguida en el horror. El informe habla de un regreso fulminante a la Edad Media, pero también de millones de muertos. Sobre todo a este lado del paraíso. Pues, en contra de lo que sucede con los desastres naturales estilo Haití, la 'Tormenta Perfecta' afectaría mucho más a las sociedades hiperdesarrolladas, como la nuestra, cuya dependencia de la tecnología es absoluta.
Desde esta lectura del futuro la parálisis aérea de media Europa durante la erupción del Eyjafjalla sugiere una especie de ensayo general para el fin de los tiempos. Pero lo más sorprendente es que, mientras la alarma ante esa posible 'Tormenta Solar Perfecta' se expande, rubricada por estamentos tan solventes como la Academia Nacional de Ciencias de EE UU aquí todo el mundo actúa como si no pasara nada.

Tal vez sea ésta la solución más inteligente. Al fin y al cabo, nos queda un margen de esperanza.
Aunque los ciclos de actividad solar están siendo medidos al milímetro por una sofisticada red de satélites, es imposible predecir la virulencia de los estallidos que se generarán en 2012.
Ahora bien, si se detienen a pensarlo, lo mejor y lo peor de este 'Dies Irae' solar no es que suceda o no, sino la inquietante naturalidad con que ya lo estamos digiriendo.
James Lovelock habla de «la Venganza de la Tierra». Hay demasiados indicadores de que vivimos en un mundo sin control, donde comienza a escucharse el lento punteo de una cuenta atrás.


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