lunes, 15 de marzo de 2010

Condena mundial por la ofensiva de Israel sobre Jerusalén Este

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"Insultante". De esta manera definió la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, el comportamiento de Israel al aprobar la construcción de 1.600 nuevas viviendas la semana pasada en la zona ocupada de Jerusalén. La actitud se agravó porque fue al comienzo de la visita del vicepresidente Joe Biden, en la que estaba planeado relanzar las negociaciones de paz con mediación norteamericana.

La dura crítica de Clinton hacia la actitud israelí, y hacia Netanyahu en forma personal, se sumó al repudio internacional a la decisión israelí. La lluvia de rechazos comenzó con el de la Liga Arabe y de los palestinos se extendió al cuarteto Internacional -EE.UU., UE, Rusia y Naciones Unidas- y se extendió también hasta Brasilia. Desde esta capital partió ayer el presidente Lula Da Silva a una gira por Israel, la Autoridad Palestina y Jordania. Pero antes de salir expresó su "profunda preocupación por el anuncio israelí". El malestar de Lula lo ratificará personalmente en las entrevistas que mantendrá con la dirigencia israelí.

Pero antes, en la entrevista televisada, Clinton recalcó que los lazos de Washington con Israel era "durables y firmes", y aceptó el argumento que dice que Netanyahu fue tomado por sorpresa en la aprobación de la construcción. Aunque la funcionaria responsable de las relaciones exteriores de EE.UU. dejó en claro que el primer ministro israelí era, de todas formas, responsable por el tema.

Para que el mensaje quede completamente claro a los oídos de los israelíes, Clinton dió piedra libre a sus voceros oficiales y extraoficiales para detallar la dura conversación telefónica que mantuviera con Netanyahu. Según las fuentes citadas por la prensa israelí, Clinton le dejó en claro a Netanyahu que la decisión de su gobierno era una "señal profundamente negativa acerca del enfoque de Israel a la relación bilateral (...) y que había minado la confianza y la fe en el proceso de paz".

Clinton le aclaró a Netanyahu que lo ocurrido hace peligrar los intereses norteamericanos en todo el Oriente Medio, y que él, como responsable del gobierno israelí, debía mostrar su compromiso a la alianza con los EE.UU. También le recordó que ésta es clave para la seguridad de Israel en una región hostil.

Netanyahu -que consideraba que la aclaración que había trasmitido al vicepresidente Biden el jueves por la mañana cerraba el caso- se sorprendió por la ola de repudios que continúa recibiendo.

En un intento por escuchar otros tonos e intentar reducir los daños que la decisión sobre la construcción en territorios ocupados le produjo, el premier llamó a los que considera sus amigos personales: Angela Merkel y Silvio Berlusconi.

Ante los dos mandatarios protestó por el empecinamiento de los EE. UU. en continuar con las expresiones de repudio a pesar de la disculpa que le ofreció a Biden. Pero de ellos tampoco logró escuchar palabras de aliento. Y, al contrario, ayer obtuvo de la UE fuertes críticas y la exigencia de dejar de atentar contra los esfuerzos para reanudar las negociaciones de paz con los palestinos.

Por su parte, el presidente palestino Mahmud Abbas, aseguró que no volverían a las tratativas de paz, de no recibir en la próxima visita del mediador norteamericano garantías formales de los EE.UU. para el congelamiento de la construcción en Jerusalén durante el período dedicado a las tratativas de paz.

Las críticas del exterior, más el descontento por la falta de avances con los palestinos dentro de Israel, tuvieron su expresión máxima en la amenaza del partido laborista -que obra como el componente de moderación del gobierno de la derecha israelí encabezado por Netanyahu- de salir de la coalición gobernante para fines del próximo agosto.

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