viernes, 18 de septiembre de 2009

Obama y el dilema de los misiles

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Si bien Rusia puede quedar satisfecha con la suspensión del despliegue de cohetes en Europa Oriental, otra puede ser la reacción de Israel, Turquía, Arabia Saudí y la OTAN.


La decisión de la Casa Blanca de suspender los planes para construir un sistema de defensa con misiles en Polonia y la República Checa da una certeza significativa a la promesa del presidente Barack Obama, hecha poco después de asumir el mando, de “restaurar” las relaciones tensas con Rusia.

Pero el movimiento probablemente aumente la incomodidad entre los europeos orientales respecto del nivel del compromiso de Washington con su seguridad colectiva, y será recibida con alarma por Israel.

El plan para el sistema de misiles, que involucra el estacionamiento de diez cohetes interceptores de dos etapas en Polonia y una estación de radar conectada en la República Checa, era el mayor irritante en la relación entre Moscú y Washington, que se fue deteriorando en los últimos años.

Quitar el plan de la mesa, al menos por ahora —funcionarios de Estados Unidos indican que podría reiniciarse si cambian los niveles de amenaza en el futuro— dará un gran impulso de confianza a los vínculos bilaterales entre Obama y el presidente ruso Dmitri Medvédev, antes de la cumbre del Grupo de los Veinte (G-20), la semana que viene en Pittsburgh (Estados Unidos).

La administración del ex presidente republicano George W. Bush, que desarrolló el plan, insistía en que los misiles tenían el objetivo de defender a Europa y EstadosUnidos de los misiles de largo alcance, posiblemente nucleares, lanzados por Irán y Corea del Norte.

Pero Rusia consideraba las bases como una amenaza directa a su seguridad, que debilitaba sus propios disuasorios nucleares. Moscú dijo que si el plan continuaba respondería desplegando misiles en Kaliningrad, en las fronteras de la Unión Europea.

La disputa también envenenó otros aspectos de la relación Estados Unidos-Rusia, en particular el esfuerzo por forjar una posición común ante el presunto programa nuclear de Irán.

En resumen, Estados Unidos ha buscado el apoyo de Rusia para imponer sanciones más duras a Teherán por su negativa a poner un alto al enriquecimiento de uranio, tal como exige el Consejo de Seguridad de la ONU.

Rusia ha demorado las acciones, y el gobierno indicó recientemente que se podría oponer a las acciones occidentales si, como se espera, las conversaciones con Irán el 1 de octubre son infructuosas.

El canciller ruso, Sergei Lavrov, dijo la semana pasada que confiaba en que la administración Obama abandonaría el plan del escudo antimisiles. Si lo hacía, sugirió, sería porque se daría cuenta de su error.

A la vez, Washington esperará que los rusos sean ahora más activos ante el problema nuclear con Irán.

Pero una relación armoniosa será problemática mientras continúen los problemas con Georgia. Rusia parece no tener intenciones de retirar su apoyo por la secesión de las provincias pro rusas de Osetia del Sur y Abjasia de Georgia tras el conflicto del año pasado.

Estados Unidos y la Unión Europea son firmes en que las dos regiones no pueden ser vistas como territorios independientes. Pero las tensiones también se observan en relación con Ucrania. Como Georgia, aspira a unirse a la Unión Europea y a la OTAN, y algunos analistas sugieren que Europa podría hundirse en una nueva crisis energética con Moscú, este invierno si Ucrania no paga sus cuentas de gas.

La decisión de suspender el escudo antimisiles quizás provoque cierta incomodidad en Europa Oriental.

El gobierno nacionalista de Polonia consideraba el plan como una manera de tratar más directamente con Estados Unidos, fortaleciendo su defensa contra su viejo enemigo, Rusia. Lo mismo pasa, a un menor grado, con la República Checa.

A estos y otros países, miembros relativamente nuevos de la Unión Europea, les preocupa que la administración del demócrata Barack Obama, a diferencia de su predecesor, esté menos sintonizada con sus problemas.

Se quejan de que los países occidentales más ricos de la Unión Europea, luchando por defenderse a sí mismos, han ignorado las agudas dificultades que ha enfrentado Europa Oriental como resultado de la recesión.

Pero el impacto de la decisión de Obama se sentirá aún más lejos. En Israel será vista por algunos miembros del gobierno de derecha como otra evidencia de que el presidente de Estados Unidos no es serio en cuanto a enfrentar la amenaza iraní.

Su argumento de que Israel tal vez tenga que actuar unilateralmente podría, en consecuencia, fortalecerse. De la misma manera, los gobiernos de Arabia Saudí, Turquía y Egipto podrían sentirse tentados a avanzar más en el camino a desarrollar sus propios programas nucleares alegando motivos de defensa propia.

En EU, los republicanos en el Congreso seguramente acusarán a Obama de debilitar las defensas del país, sin importar lo que puedan decir sus expertos sobre las capacidades limitadas de los misiles de largo alcance de Irán. La decisión también podría poner en tela de juicio el futuro de las bases de defensa con misiles que ya existen en California y Alaska. Fueron producto de la “guerra de las galaxias” de Ronald Reagan en los años 80 y su finalidad es defenderse contra los misiles de Corea del Norte.

A la inversa, los reportes de ayer anunciando que EU anula el plan de los diez cohetes urgirá a los miembros de la OTAN en Europa a desarrollar y desplegar más misiles de defensa regionales, para cuidarse de los misiles iraníes de corto y mediano alcance, que son más amenazadores, y esto podría ser el inicio de una nueva controversia.

Por todo esto, Obama podría descubrir que sus dificultades con los misiles están lejos de haberse terminado.

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