lunes, 14 de diciembre de 2009

Cambio climático aumenta peligrosidad de huracanes

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Convertida en la puerta de entrada de los más destructores huracanes que se originan en el océano Atlántico y el mar Caribe, la península de Yucatán ha sido arrasada por poderosos ciclones que en la última década han golpeado a la población, servicios, infraestructura y el medio ambiente.


Cambio climático aumenta peligrosidad de huracanes



Convertida en la puerta de entrada de los más destructores huracanes que se originan en el océano Atlántico y el mar Caribe, la península de Yucatán ha sido arrasada por poderosos ciclones que en la última década han golpeado a la población, servicios, infraestructura y el medio ambiente en el sureste, señalaron Luis Carlos Rodríguez Hoy, director de Protección Civil de Quintana Roo, y Lilia María Gama Campillo, integrante de un grupo de investigadores del cambio ambiental que afecta a Quintana Roo, Yucatán, Campeche y Tabasco.

La región ha sido impactada por poderosos huracanes como Keith en 2000; Isidore en 2002; Emily y Wilma en 2005; Stan en 2006; Dean y Lorenzo en 2007, y Dolly en 2008.

“Antes era difícil observar que una simple depresión tropical se convirtiera en menos de 48 horas en un huracán categoría 2, como ocurrió con Ida en noviembre de este año. Esto es consecuencia del calentamiento global, por eso es importante que los gobiernos inviertan para detener este fenómeno que afecta al mundo entero”, exhorta Rodríguez Hoy.

La experta Gama Campillo considera que la ubicación geográfica de la región eleva la vulnerabilidad ante el fenómeno ambiental causado por el calentamiento global. Estudiosa del cambio climático, advierte que la zona sufre otro problema, que es la reducción de sus costas.

“Se reducen las costas, no sólo por el cambio climático y la elevación del nivel del mar, sino porque se tiene un litoral que se erosiona por la acción del mar”.

El embate de los meteoros tuvo una repercusión económica importante en estados que viven de la actividad turística, como Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Veracruz, Tamaulipas, Oaxaca y Chiapas, destinos que generan importantes divisas, pero que en los últimos años han sido golpeados por la naturaleza.

Emily, categoría 5, colisionó en Cozumel, Cancún y Playa del Carmen el 19 de julio de 2005. El sector hotelero de Cancún reportó una caída de 25% de las operaciones durante la contingencia y pérdidas por siete millones de dólares; mientras que en la Riviera Maya y Playa del Carmen, estimaron en 98 millones de dólares en operaciones hoteleras que no se realizaron, según datos del Fideicomiso de Promoción Turística.

El 20 de julio, Emily entró nuevamente a territorio mexicano por las costas de Tamaulipas, donde 17 mil personas que fueron evacuadas de zonas de riesgo.

“Wilma”, el más intenso de la década

Wilma paralizó por dos meses la actividad turística del balneario más importante del Caribe, Cancún, al dejar graves daños en el suministro de electricidad, en la industria turística y en el sector público. El Fondo Nacional de Turismo (Fonatur) estimó pérdidas por 15 millones de dólares debido al tiempo que permanecieron cerrados los centros de hospedaje y los servicios turísticos.

Este meteoro fue el más intenso de la década, con vientos de 324 kilómetros por hora y estuvo estacionado en Cancún más de 60 horas a partir del 21 de octubre de 2005. Las autoridades estimaron que 700 mil personas registraron pérdidas en sus viviendas.

La Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas reportó impactos en infraestructura y los ecosistemas de 11 áreas naturales protegidas, afectaciones forestales, erosión de la duna costera y daños directos a los arrecifes coralinos.

“Stan” afectó a ocho estados

El 4 de octubre de 2006, la decimoctava tormenta tropical de la temporada se convirtió en el huracán Stan, que en horas dejó una estela de destrucción en Veracruz, Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Puebla, Hidalgo, Tamaulipas y Guerrero.

En Veracruz causó estragos en 170 municipios y las inundaciones afectaron a 80 mil personas; en Chiapas 15 mil personas fueron llevadas a albergues; en 107 municipios de Oaxaca dejó 500 mil damnificados; en Puebla cuatro personas murieron al desgajarse un cerro y 25 pueblos desaparecieron por la inundación. En Guerrero, un niño falleció al desplomarse su casa. En Hidalgo se registraron dos decesos. Otras entidades que resultaron afectadas fueron Tabasco y Tamaulipas.

Especialistas de la UNAM elaboran mapas geomorfológicos de las zonas de riesgo en la península de Yucatán para tomar medidas necesarias de prevención. (Con información de Silvia Hernández, Yazmín Rodríguez y Roberto Barboza)

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